Contaminación acústica, causas y normas legislativas

Contaminación acústica, causas y normas legislativas 1

Aunque rara vez se menciona, la contaminación acústica es un problema medioambiental grave, generalizado y con consecuencias desagradables para los seres vivos y para el hombre. La investigación en este campo ha demostrado que el ruido, especialmente en las grandes ciudades y en las zonas de tráfico intenso, es una molestia grave y a menudo tiene consecuencias graves. Los problemas de contaminación acústica no se limitan a la sensación de molestia que generalmente causa ruido, sino a una serie de trastornos más o menos graves, desde el insomnio hasta los trastornos cardiovasculares, desde la hipertensión hasta el accidente cerebrovascular, pasando por los daños en el sistema auditivo, la pérdida de audición, el zumbido, los mareos y otros trastornos auditivos temporales o crónicos.

Para garantizar el bienestar y la salud, el ruido en las viviendas no debe superar los 45 dB, a fin de permitir tanto el descanso nocturno como la comunicación y la actividad intelectual. Evidentemente, sobre todo en la ciudad, se hace prácticamente imposible entrar en este umbral: por eso la ley también ha establecido límites en relación con el territorio. Más allá de los daños físicos más importantes, que afectan a todo el cuerpo, el ruido siempre causa una sensación de incomodidad, dificulta la concentración y es una fuente de estrés físico y mental.

Contaminación acústica: normativa y límites permitidos

El ruido puede provenir de diferentes fuentes y ser intermitente o continuo. Los más comunes son el tráfico rodado, los aeropuertos, los ferrocarriles y las actividades industriales, las obras públicas y las instalaciones deportivas, así como los ruidos de origen natural: tormentas, granizadas, tormentas. El ruido también está presente en los hogares: los televisores y los estéreos de alto volumen, los electrodomésticos y los instrumentos musicales contribuyen a elevar, incluso inconscientemente, el umbral de la tolerancia humana. En Italia, la legislación sobre contaminación acústica se resume en la Ley 447/95, que define el ruido como un elemento perturbador que puede interferir con la salud humana y el medio ambiente, e instruye a las distintas instituciones locales para que controlen el nivel.

La Comunidad Europea, con la Directiva 49/2002/CE ha estandarizado los métodos de evaluación de la contaminación acústica, aplicados en Italia con el DL 194/2005, que exige el uso de herramientas especiales y parámetros de cálculo para evaluar la exposición al ruido en diferentes áreas. La legislación sobre contaminación acústica también prevé la elaboración de mapas de ruido de las zonas y la protección de las zonas tranquilas, e indica las medidas preventivas y correctoras que deben adoptarse.

Contaminación acústica: decibelios de ruido permitidos por la ley

En el contexto de la contaminación acústica, los decibelios máximos fijados por la Organización Mundial de la Salud son 65 para el día y 55 para la noche: un límite ideal para garantizar la tranquilidad y permitirle dormir, aunque el ruido no supere los 45 dB. Sin embargo, se trata de un límite indicativo, que luego es regulado a nivel local por las autoridades municipales a través de una subdivisión del territorio en zonas, residenciales o industriales.

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Generalmente, la evaluación de los decibelios de contaminación acústica se realiza verificando el nivel diferencial: es la diferencia de ruido que incluye la fuente contaminante o la excluye (midiendo así sólo el ruido de fondo). Esta diferencia se considera aceptable entre 5 dB durante el día y 3 dB durante la noche. El artículo 844 del Código Civil italiano también limita el ruido para que no interfiera con el descanso y las actividades diarias, causando daños a la salud y al medio ambiente. Sin embargo, sería conveniente que, incluso individualmente, se tuviese cuidado de limitar el ruido y aislar su hogar de las fuentes externas de contaminación acústica, eligiendo materiales absorbentes del sonido de origen natural, como el corcho o el cáñamo.

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